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Que triste destino.

31 de diciembre de 2438                               Por lo que me contaron mis padres antes era diferente. Los hombres no nos quedábamos en nuestras casas aprendiendo las tareas más aburridas como barrer, limpiar el piso, entre otras cosas; eso lo hacían las mujeres. Ahora ellas hacen lo divertido, van a estudiar, descubren nuevas tecnologías… la desventaja es que tienen que estudiar quinientas páginas de un libro en pocos días; eso es lo que me dijeron.   En esta sociedad, si una mujer camina en la calle junto a un hombre, está mal visto. Por eso nosotros, los hombres, permanecemos en las casas, se podría decir, sirviéndoles a las mujeres.                Hoy empiezo mi entrenamiento, dura dos años, a diferencia de las mujeres cuyo entrenamiento tarda unos meses. Luego del mismo, los hombres, deben salir a buscar a la mujer que lo mantenga económicamente.   En la escuela hice algunas amigas y las despediré hoy. Es triste saber que voy a estar encerrado en mi casa hasta el fi

El espejo de la abuela Inés

Como era una tarde lluviosa y estábamos aburridas, con Valentina, mi mejor amiga, decidimos ir a lo de mi abuela, ya que hacía mucho que no la veía. Cuando llegamos, la encontramos pidiendo a gritos que rompiéramos su espejo y que escapáramos. Yo sabía de qué hablaba, era ese espejo al final del pasillo, ese en el que te reflejabas borroso por su antigüedad. El mismo que estaba en el pasillo en el que las luces titilaban y, a veces, no veías por su oscuridad… (Digo estaba, porque ahora, hoy, en este momento, no sé dónde está, ahora estoy del otro lado). Sentí un escalofrío que atravesaba mi cuerpo, un miedo profundo que no desaparecía. Valentina insistía en saber qué le pasaba a mi abuela; tanto insistió que le tuve que contar sobre las raras charlas que teníamos, en las que me contaba que escuchaba y veía personas en el espejo que le decían que abandonara la casa o algo malo pasaría… Había algo malévolo, algo que ella desconocía… Esa fue la última vez que la vi, luego de

La nueva Cenicienta

Mi querido Príncipe:                                    Te escribo estas líneas para agradecerte los hermosos momentos compartidos; la maravillosa fiesta que diste en donde nos conocimos, haber conservado el zapatito y venir a buscarme. Te agradezco también los hermosos paseos en carruaje y las caminatas por los jardines del palacio, las cenas en mi honor y por tratar de complacerme a cada momento. Sé que te sonará extraño que te escriba todos mis sentimientos, pero como sabrás, soy una persona muy honesta y arriesgada. Es por esto que quise remarcar lo mucho que te quiero. Quiero agradecerte también por tu maravillosa propuesta de casamiento, aunque lamento en esta oportunidad no poder cumplir con tu deseo. Lamento informarte que la boda no podrá realizarse, ya que he decidido no solo ser arriesgada y honesta, sino también, moderna. Te dejo para cumplir mi nuevo sueño: comienzo próximamente el CBC en la Universidad de Buenos Aires para ingresar a la carrera de Diseño de indumenta